23 de abril de 2009

Juan (ilustrado por Cai)


1

Otro día gris de una persona gris. Juan no lo sabe. Es su vida y él la quiere tanto como podemos querer nuestras vidas usted o yo. Con altibajos, obviamente. Pero Juan quiere su vida.
Apaga con su mano derecha el radio reloj que está sobre su mesa de luz. El radio reloj no es un radio reloj cualquiera. Juan lo recuperó de la basura de una casa anónima, dónde lo esperaba la muerte final o las manos de algún cartonero. Lo llevó a su casa y lo reparó. Ésta es una de las pocas virtudes de Juan; reparar cosas.
Después de apagar el radio reloj, estira los brazos al cielo. Aunque esto último es una mentira, en realidad, Juan estira los brazos hacia el techo de su casa. Más arriba del techo de su casa se encuentra el cielo. Corre la sábana, que está bastante enredada por algún sueño perturbador; y se sienta en su cama. Se coloca las pantuflas de Winnie Pooh, que Juan sabe que le quedan ridículas. Pero las encontró de oferta en el Supermercado Norte que está a cinco cuadras de su casa. Al fin y al cabo, las usa sólo para andar adentro; nadie lo ve con las pantuflas. Ni loco saldría a la calle con Winnie Pooh en sus pies, para eso tiene las pantuflas de calle, las azules serias. Lo que pasa es que las de Winnie Pooh son más calentitas, ideales para arrancar desde la cama hacia el baño.
Juan ya está bajo la ducha. No le gusta consumir muchos minutos bajo el agua. Sabe que el agua es un bien escaso, y también sabe que en cinco minutos uno se puede duchar perfectamente. Por eso sale rápido de la ducha. Se seca con la toalla de “Norte”, se pone los boxer de “Norte” y vuelve a su habitación.

2

Mira la hora en el reloj de pared de la cocina, las 5:30. Está bien con el tiempo. El reloj de pared tampoco es un reloj cualquiera. ¿Por qué?, sí, adivinó. Juan lo encontró tirado entre muchas otras cosas en una esquina y lo reparó. Juan odia que la gente tire cosas por tirar. A veces siente el impulso de golpear la puerta de ese alguien, de esa persona que labra actas de defunción a objetos que tienen mucho para dar todavía. Pero no lo hace. Se limita a tomar lo que le interesa, lo coloca en el canasto de la bicicleta y sigue el camino a su casa. Pero ese camino de vuelta es diferente. Juan va pensando en que puede ser que hoy tenga algo nuevo en su hogar. Que puede darle vida a ese objeto que va vibrando al compás del asfalto en el canasto de su bicicleta.Ahora Juan se está poniendo los pantalones de trabajo. Pero no está en el trabajo. Recuerde que está en el dormitorio de su casa, cambiándose para ir a trabajar. Juan se pone la ropa de trabajo en su casa. ¿Por qué?, porque siempre desde el trabajo vuelve a su casa. Le parece un esfuerzo innecesario ponerse ropa de calle en su casa, llegar al trabajo y ponerse la ropa de trabajo. Luego terminar la jornada y volver a colocarse la ropa de calle. Le da fiaca de sólo pensarlo. Por eso sale ya vestido con su pantalón azul y su chomba también azul. Ambos con el logo de la multinacional para la cual trabaja. Entre nosotros, le confieso que esa puede ser otra razón por la cual Juan va con la ropa de trabajo. Él está feliz de trabajar en esa empresa, y luce orgulloso la ropa que le dan.
Continuará...
Diego M
PD: Muchisimas gracias a Cai (uno de los muy buenos artistas que hay en Cruzagramas) por ilustrar este texto

9 de abril de 2009

Desatados

La ruta
el horizonte
la música
los mates
tres días de libertad
absoluta
todo con
vos

Postales de amor condensado
descontracturado
descerebrado
nos esperan
tan cerca
que casi
casi
no lo podemos creer...

Diego M