22 de octubre de 2008

Rupturas

Otros retazos de ésta historia...

Había terminado con Carla en el almuerzo. Pero no le importaba. Siempre supo que estaba con él por interés. Ese día Silvio tenía cosas mucho más importantes llenando sus pensamientos. Postales viejas. Las vacaciones familiares en Disney, las cenas empresariales de su papá, las tardes en el country. Silvio recordaba haber sido parte de la familia en todas esas postales. Pero siempre solo, siempre a un costado. Nicolás se había llevado, desde el mismísimo día en que había llegado a este mundo, toda la atención familiar. Absolutamente toda. Postales, palabras y recuerdos agrios que lo llevaban ahora a fijar la vista en el teléfono.
En sus oídos volvía a sonar la voz orgullosa de su padre “Nicolás esto y Nicolás aquello”. La mirada cargada de afecto. Los mismos ojos cargados de… nada, para él. Nicolás y su diploma, y el abrazo de su padre. Y la butaca vacía el día en que él se había recibido. Las postales del orgullo pisoteado seguían cayendo una tras otra. Pero ahora tenía un número y un nombre.
Silvio prendió el vigésimo cigarrillo de la tarde en que volvió a fumar. Y arrojó el paquete vacío al cesto. Se acordó de las tarjetas y mostró algo así como una sonrisa. Una pitada y otra pitada y el teléfono que lo estaba mirando sonó. Era la estúpida de Carla con sus absurdos planteos. Se la quitó de encima, como siempre.
Ahora sus pasos sonaban vacíos en el despacho. Como si el cuerpo fuera más liviano. Como si su mente estuviera despegada de él. Los dos nombres giraban. Dos nombres, una dirección y un número. Silvio los barajaba mentalmente y volvía a repartir.
Miró por última vez el teléfono, sacó el papel del bolsillo derecho de su pantalón, dió dos pasos y se frenó. Sería mejor personalmente. Salió de su despacho rumbo al auto saboreando la frase: “Sergei, quiero contratarlo para asesinar a Nicolás Sanchez Olarra”. Y entonces sí, mostró su mejor sonrisa.

Diego M

3 comentarios:

Coni Salgado dijo...

que bueno este texto! me trajo lindos recuerdos de las clases grupales planeando asesinatos, crímenes perfectos, horror, suspenso, muerte, sangre y esas cositas...

josé lopez romero dijo...

la intriga del relato es algo que me gustaría saber lograr, hablando de ficción, en tu escritura es muy natural y bien cerrada. Mi afecto Monrroy, tanto tiempo, mis disculpas.

Diego M dijo...

Coni: cuando lo releí me gustó mucho más que cuando lo escribí en el taller, por eso apareció acá :-)

José: gracias por el elogio!! la intención era lograr algo de suspenso, así que me pone bien tu comentario!
Abrazo!!