Diego M
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13 de septiembre de 2008
...
Sólo recordaba un sueño en sueños. Entonces despertó con la terrible necesidad de hacerlo. En ese momento o nunca. Ni siquiera buscó las pantuflas debajo de la cama. No las necesitaba: el frío de la cerámica en las plantas de los pies lo ayudaba a darse cuenta. Se puso la remera verde y salió. Iba a ser difícil conseguir un cuchillo de carnicero en el barrio. ¿Un cuchillo para qué? para cortar, se respondió. Y ahí estaba, caminando, cortando la noche en dos, como a tientas. Buscando. El frío le revolvía el estómago, la remera verde no era suficiente. No la quiero manchar, pensó. Pero nadie dijo que el cuchillo fuera para lastimarte. A tientas. La calle estaba desierta. Él buscaba su cuchillo de carnicero en el primer cajón de la mesada de la cocina, descalzo, y con una remera verde a medio poner.
15 de abril de 2008
Es lo que hay
Hoy a la mañana estaba en uno de esos momentos en que digo "necesito uno de esos libros que interpretan los sueños" ¿Por qué? porque soñé toda la noche (tal vez sea una expresión un tanto exagerada, pero es para enfatizar el concepto) con que el inodoro de mi casa perdía agua por abajo ¿¿¿??? O sea, se armaba un charco alrededor del inodoro (por si no se entendió)
Si a ésta inquietud le sumamos que tenía ganas de actualizar el blog, le restamos la falta de ideas y le agregamos una pizca de letras, ¿qué tenemos? post nuevo en el blog.
Sí, ya se que preferirían algo más elaborado, pero es lo que hay. Sepan disculpar, la vergüenza la perdí hace rato.
Si a ésta inquietud le sumamos que tenía ganas de actualizar el blog, le restamos la falta de ideas y le agregamos una pizca de letras, ¿qué tenemos? post nuevo en el blog.
Sí, ya se que preferirían algo más elaborado, pero es lo que hay. Sepan disculpar, la vergüenza la perdí hace rato.
Diego M
26 de noviembre de 2007
Eschiclado
¿Viste ese día que se estira como una bandita de látex? ese día en que el almuerzo no llega más, y no es que lo estés esperando porque tenés mucha hambre, si no que querés una interrupción: un cambio de ritmo que te saque de la silla, que te haga olvidar de esos papeles que se acumulan, o de esa máquina que no quiere andar, o de ese jefe que pasa muy seguido controlando si trabajás o no. Ese día en que cualquier cosa te lleva al bostezo, querés cantar y bostezás, le querés comentar la película que viste anoche a un compañero y bostezás, te estirás a buscar un manual o un catálogo y bostezás. Será porque anoche dormiste poco. Pero la semana pasada dormiste mucho y bostezabas igual. ¿En qué momento tu vida se transformó en una gran siesta? ¿cuando el auto parecía una cama voladora? ¿o cuando el escritorio tenía gusto a almohada? ¿o justo ahora, cuando el duende con sombrero verde te ofrece una manzana deliciosa?
Despertate. Dale, que ya viene el jefe.
Despertate. Dale, que ya viene el jefe.
Diego M
23 de octubre de 2007
Noches...
A veces sueño que estoy corriendo. Es un sueño repetido, como la figurita de alguna infancia. Parece que alguien me sigue. A veces. O no, pero la silueta oscura siempre está. Desando calles desconocidas, despobladas, oscuras, como sacadas de una película de Tim Burton. Corro pero no me canso. Aunque cuando despierto estoy agitado. Casi no hay luces en esas calles. Y él se acerca. Lo huelo. Giro en una esquina a la derecha y en otra a la izquierda. Pero nada. O todo, no sé. Las casas se tiñen de cenizas. Las persianas están bajas. Los ojos escondidos detrás: la gente no quiere presenciar la cacería. Los siento. No se abren puertas en mi sueño. No. Sólo me persiguen y escapo. Él conoce el pueblo. Lo sé.
Y entonces llego a la misma esquina, la de la puerta roja. Mis piernas me quieren llevar hacia la derecha: al callejón y al despertar agitado. Pero giro. Y le digo que me deje en paz. Clavando la mirada en su oscuridad se lo digo. Pero se ríe. Y entonces vuelvo a correr.
Y entonces llego a la misma esquina, la de la puerta roja. Mis piernas me quieren llevar hacia la derecha: al callejón y al despertar agitado. Pero giro. Y le digo que me deje en paz. Clavando la mirada en su oscuridad se lo digo. Pero se ríe. Y entonces vuelvo a correr.
Diego M
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