3 de mayo de 2007

Jimena

La música entra por la piel y nuestras pieles arden en los cienfuegos. Cuando tus labios se imantan en mis ojos siento que el tiempo debería detenerse para degustar cada instante, aunque esta sobredosis de vos me ciegue el alma.
Pido más y más porque tus brazos me rodean y me protegen de las fotos que duelen, del vacío de mi casa. Me protegen de mí. Cuando estoy a punto de estallar, de decirle a mi jefe que no puedo, que no aguanto más. Cuando siento que los problemas caen como en una catarata, se me cruzan tus lunares, tu sonrisa de ojitos achinados y entonces todo vuelve a cobrar sentido. Sos mi refugio antibombas. Tenés ese poder sobre mí: esa magia blanca y sanadora que no deja lugar al dolor de los recuerdos, al café a medio tomar, a la servilleta rota en mil pedazos. Porque nuestro mundo es otro mundo, y eso nadie lo va a entender. Sintonizamos el mismo canal: el del odio a las aceitunas, el de los recitales de Pez, el del cine europeo. Entonces pienso en esos ojos que reflejan, en esa lengua que recorre y excita, en esos besos que dejan. Me imagino a tu lado, aunque los mapas digan otra cosa, y siento como si me susurraras al oído que todo está bien, que todo pasa, que vos...
Ya sabés que no creo en el destino ni en los horóscopos. Por eso me río cuando me decís que el mono es compatible en el amor con el caballo, según Ludovica Squirru. No sé qué capricho del destino me llevó hasta vos. Y no me importa. Porque mi piel vibra cuando estás cerca. Porque sólo vos podés quemar mis retinas con esa remera roja que muestra. Porque me rescataste de los sábados de pizza y de películas vacías; del abrazo frío de mi colchón; de las caminatas insomnes sobre las vías del tren. Porque todo lo que estaba esperando está condensado en vos.
El tiempo sigue pasando a la lenta velocidad de tu ausencia. Hoy siento que la próxima vez que te vea no llega más. Pienso en cuándo volveré a besarte, tocarte, sentirte, morderte. Cuando nos sentaremos a hablar de Tim Burton, del caramelo que arruina al flan y de la falta de buenos cantantes. Todo eso me da fuerzas para continuar porque los días a tu lado no son vacíos. No. Cada día a tu lado es una asociación libre de amor. Quedate. Entremos por nuestros poros y hagamos juntos esta canción. Estallemos nuestros destinos. Bombardeo espiritual.

Diego Monrroy

7 comentarios:

Gala dijo...

Peeeero que enormisimo placer leerlo, Dieguito, tan romantico..., que emocion. Le andaba diciendo el otro dia a un amigo mio que yo ahora en vez de escribir los versos mas tristes, como Neruda (escribir por ejemplo, la noche esta estrellada y tiritan azules, los astros a los lejos) me sale mas escribirle A la puta que se llevo mis poemas, como Bukowski. Si se entiende la comparacion...
Salud! Espero que uno de estos dias hagamos una reunion (a la que yo vaya, jaja)

alina dijo...

Exquisito Diego, como el caramelo.

Federico J. Guerrero dijo...

Dieguito, tenés tanto para dar... y lo das tan bien!!!!!!! Realmente después de leer esto me pregunto si todos sentimos el amor tan profundamente como vos.
Sos un grande Die.

Zenguengue dijo...

Diego, qué linda sensibilidad. Qué lindo es este amor que tienen (y que me gustaría encontrarme (vengo de un traspié amoroso, entiéndaseme)).
OBRA MAESTRA!! Felicitaciones.

Anónimo dijo...

y sí me animé...dejo constancia escrita de que es de lo mejor que leí en el mundo cruzagrámico, o al menos, algo de lo que más "me llegó"...las comparaciones son odiosas pero creo, tal vez (y sólo tal vez) que es una forma de que entiendas cuanto talento tenés escondido. Dichosa Jimena, un gusto poder conocerte (y porqué no, caminar a tu lado).

Anónimo dijo...

que bueno!!! llegó hasta aca el calor de alla. No te conozco tanto y a Jime tampoco pero me da la impresión de que se lo merecen.
De la técnica literaria ni hablo porque quedó perfectamente oculta detras de la sensibilidad.

Anónimo dijo...

Uffff!! es un viaje de ida este texto! y no quiero pasaje de vuelta.Ex-ce-len-te!
Cotepina