15 de diciembre de 2007

Las vidas de la vuelta

Pablo llamó a su mejor amigo pero lo atendió el contestador. Odia los contestadores porque el suyo le dice contento que tiene mensajes. O le dice triste que no tiene mensajes nuevos. Él no necesita que le digan si tiene que estar contento o triste porque es ciclotímico, y por eso a veces no sabe que ropa comprarse. Tal vez éste problema se deba a que su madre lo malcriaba de niño. Le compraba todo lo que quería, pero él se conformaba con la bicicleta con rueditas, igual a la de su primo de Entre Ríos, que vivía entre las vacas, rodeado de verde, de olor a pasto mojado, de mates calentitos por la mañana. Qué lindo el campo, en cambio la ciudad es un infierno de ruidos, ringtones, bocinas, gente apurada, charlas de locos, cafés a medio tomar y diarios a medio leer. El periodista que escribe en el diario debe sentirse mal: estuvo horas y horas transpirando, investigando, sacando conclusiones, y resulta que un tipo como Pablo lo compra, lo abre, ve como salió Chicago, busca una foto de una mina en bolas y listo. A la mierda la investigacion, la contaminación, el estudio de mercado y la bolsa de valores. Otra cosa que lo fastidia es que le corten el cable cuando se está por jugar un partido o cuando quiere ver una película. Él llega del trabajo, tira la ropa a un costado, agarra el control remoto y nadie logra moverlo del sillón por varias horas. Entre el sillón, la cama y el trabajo, Pablo consume unas 23 horas del día. Su esposa le vive reprochando que no hace nada: que no cambia la lamparita quemada, que no cambia el cuerito de la canilla, que no cambia la pila del reloj. Entonces Pablo sube el volumen de la tele o llama a un amigo o sale a recorrer la ciudad o se va a dormir. Se desviste y apoya la cabeza en la almohada que compró en sprayette, que no es tan cómoda como decían en la propaganda, y entonces sueña con ser diferente, con poder volar, con tener plata y un auto lujoso, un BMW o algo así. Pero se levanta al otro día sin alas ni plata ni auto y sube al bondi para comenzar la rutina, como todos los días de todos los años. Espera el fútbol de los viernes para despejar la mente y tomar unas cervezas con los muchachos, hablar de mujeres, de fútbol y de autos. De chico soñaba con otras cosas: quería ser importante. No soñaba con ser bombero, ni apagar incendios ni detener delincuentes, él soñaba con ser Presidente para acomodar a toda su familia en el poder, y así su prima Elvira no estaría sufriendo con los cinco hijos que tiene, uno más vago que el otro, o su mamá no tendría que viajar dos horas en bondi para que el médico la haga esperar otras cinco horas y así todo el día. Que ricos que eran los fideos caseros que preparaba su mamá, ¡terribles!, él los comía antes de ir a la cancha. Esos almuerzos son los momentos más felices de su vida. Y las tardes de fútbol. Y el gol de Chicago contra Almagro, el gol del ascenso. Pablo no tiene hijos, varias veces se le pinchó el preservativo y otras tantas ni usó, pero la suerte estuvo de su lado. Todavía recuerda la primera vez que tuvo que comprar preservativos, entró al kiosco y la señora que atendía era igualita a su tía Pocha, la que vive en Garín. Salió asustado porque le daba vergüenza. Por suerte, un hombre canoso de barba larga y muy buena onda se los compró y pudo hacer lo que tenía que hacer con su noviecita. Que linda época esa, cuando esperaba el viernes para ir a bailar a Cadalso, y pasaba a buscar a Silvia por la esquina de su casa. Viernes, sábados, y a veces los domingos también. Y pasear, caminar, sin responsabilidades. Ahora le da el sueldo completo a Laura, ella no deja que él administre, dice que no tiene “talento” para eso. Siempre usa la palabra “talento” para reprocharle por las cosas que no sabe hacer. Él no dice nada, no quiere tener problemas, no tiene intenciones de divorciarse, sólo aspira a sobrevivir unos años más bajo ese mismo techo con su esposa. Qué linda que era ella cuando la conoció: flaquita, pelirroja, con una cintura tremenda. Ahora había perdido la cintura en algún bingo, se había teñido de rubia a pesar de que le quedaba horrible y tenía un carácter de mierda. Los vecinos no saben todo esto, para ellos Pablo y Laura son un matrimonio feliz al cual sólo le faltan los hijos. Él le pide ayuda a Dios aunque es ateo, o más bien lo supone ya que nunca entendió bien eso de la religión. De chico veía a los otros pibes que pasaban arregladitos para ir a catecismo, mientras él jugaba a la pelota, y no le interesaba ni dios ni la madre teresa ni la madre de calcuta. Una vez escuchó que la madre de calcuta había vivido un montón de días sin comer, le extrañó mucho eso porque él no pasa ni diez minutos sin abrir la heladera para ver que hay. Laura no sabe cocinar, él cree que ella no hace mucho esfuerzo para aprender, siempre le costaron las cosas a Laura. A él también le costaron, le cuestan. Pero ponerse a pensar también lo fastidia, así que hace zapping buscando algún partido de fútbol del ascenso, mientras se come las papas fritas que le sobraron de ayer.

Diego M

7 comentarios:

josé lopez romero dijo...

Trasnochado me levanté puntual para ver Milán - Boca y el tercer gol de las tanos me mandó de nuevo a la cama "extra" en el bulo de la compu. Antes de tirarme otra vez hasta las diez y pico para comenzar el asado dominguero si alguien me llama, entré a blogger y como siempre pasé por tu ventana. Le di una leída rápida a tu reciente tomografía urbana, la volví a repasar u n poco más despierto y complacido dejé esta líneas. clic

Andru dijo...

ME FASCINÓ!!! Mezclas una suerte de asociación libre (del personaje?) sin perder el hilo de la historia...
genial

Crispín dijo...

Nunca una asociación más liberal que esta. Me parece que a Laura la conozco (a la de ahora; la de antes es más difícil de cruzársela por la calle.)

Caetano Evon dijo...

sí! viva pablo...
muy bueno como saltas de roca en roca :P..

Caetano Evon dijo...

sí! viva pablo...
muy bueno como saltas de roca en roca :P..

Caetano Evon dijo...

ui se dejó 2 veces ! xD

Matías dijo...

No podía dejar de decir que me pareció excelente!

Es como un paseo en montaña rusa por la vida de este pibe.

Saludos!