26 de marzo de 2008

La longitud de los momentos

Se queda paralizado con los pantalones en la mano izquierda. Cualquier observador común podría decir que Cristian está en el difícil trance de salir chapoteando del mundo de los sueños para pegarse de frente con la realidad. Y no estaría del todo errado. Pero lo que Cristian está viviendo, sentado en su cama con los pantalones en la mano, la mirada perdida y el reloj marcando las 5:30, es su “momento revolucionario”. Esos dos minutos que dedica una o dos veces por semana para replantearse toda su vida en el único momento en que uno puede replantearse su vida: al comenzar el día. Entonces imagina que va a tirar el pantalón en la pila de ropa y se va a acostar a dormir hasta que ningún despertador egoísta pueda sacudirlo. Imagina que le va a decir a su jefe lo que verdaderamente piensa, se lo va a gritar para luego darse vuelta y salir con una sonrisa ancha por última vez de ese miserable laburo. Imagina que ese va a ser el día en que va a levantar el teléfono y va a hacer ese llamado que debería haber hecho hace muchísimo tiempo. Imagina que hoy es un excelente día para comprar un paquete turístico a Europa y así cumplir con ese viejo sueño.
Pero siempre la cabeza va para un lado y el cuerpo para el otro. Por eso, mientras Cristian imagina todo esto, la mano izquierda ayudada por la derecha le colocan el pantalón, primero en una pierna y luego en la otra. Luego le colocan las zapatillas y así sucesivamente lo visten de todo lo que a él le repugna ser. Y en lugar de seguir durmiendo, o de levantar el teléfono, o de comprar un paquete turístico, Cristian toma el colectivo hacia el trabajo una vez más.
Pero sólo él sabe, muy en el fondo de su cabeza, que algún día (más lejos o más cerca, pero qué importa si ese día va a llegar) su “momento revolucionario” se va a convertir más en revolucionario que en momento.

Diego M

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Que buen texto
y cuanta voluntad en el personaje cuando se encuentra siendo levantado y cambiado por él mismo.
saludos

Coni Salgado dijo...

Me parece un texto excelente! y profundo...

josé lopez romero dijo...

No me gusta repetir opiniones ajenas amigo Diego pero, no queda demasiado margen para explicar que lo bueno es bueno. Saludos para vos y que todo ande bien.

Caetano Evon dijo...

increíble..