La esposa lo echó del departamento por llegar unas cuantas veces borracho. Los padres no lo recibieron de vuelta porque no va a ser bueno para vos volver con nosotros, alquilate algo; pero tampoco fueron garantes del alquiler. El amigo no tenía lugar en la casa porque la familia es grande y a Vanesa no le caés muy bien. El portero del edificio lo echó de la vereda porque los inquilinos se quejan. Y entonces, el jefe lo echó del trabajo porque venís desarreglado y sucio, como si no tuvieras casa ni familia.
El 24 a la tardecita se tiró debajo de un tren.
El 25 se encontraron en el velatorio: la esposa, los padres, el amigo, el portero y el jefe. Compartieron pan dulce, café y anécdotas sobre él. Hablaron de lo bueno que era, de que desgracia, justo para navidad y de lo mucho que lo iban a extrañar.
Diego M
3 comentarios:
típico de nuestros velorios, hablar del finado como si realmente les hubiera importado mínimamente su existencia. Hay excepciones lógicamente pero, ensalsar al muerto queda resumido en una frase repetida hasta el hartazgo, "es injusto, era tan bueno, pero ahora descansa", jajaj
qué pena que no sigas escribiendo en este blog, amigo Monrroy, o tienes algo escondido por ahí. Abrazo!
Geniaaaaaaaal
no sé como terminé acá de nuevooo pero muy bueno jejej
te mando un abrazo!
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