23 de noviembre de 2007

Gente espiralada

Me dijeron que caminar hace bien. Y es en ese salir a caminar que ando baldoseando por la ciudad, como si debajo de cada baldosa hubiera charcos de agua deseando ser aplastados por mis pies. Pies que andan con hongos, malolientes, asquerosos, tan asquerosos como la cara de ese taxista, que putea a su cliente porque no tiene cambio. Es que la gente no cambia más, ni de actitud ni de monedas, viven protestando porque en el kiosco no le dan cincuenta centavos para el colectivo, pero si el colectivo saliera cincuenta centavos la gente andaría más, pero irían todos colgados. Como en la antigüedad, que colgaban a la gente por cometer un delito, delante de otra gente que miraba interesada con pochoclos en la mano, como cuando fui al cine a ver una de terror y veía como el asesino los mataba a todos colgándolos. Era una especie de castigo, no sé si por pecadores o por haberse prestado a trabajar en una película tan mala, aunque no sé si hay películas malas, quién es capaz de afirmar como mala a una expresión del arte. Odio esa manía de la gente de juzgar y juzgar, por qué no estudiamos todos leyes y se dejan de joder, vamos a ser todos abogaditos trajeaditos, tratando de defender lo indefendible, tratando de dejar a los asesinos sueltos, y que la rueda vuelva a girar, el asesino a matar y luego a ser colgado en la plaza ante la mirada interesada de la gente, la misma gente que protesta en la calle, que no tiene cambio para viajar. La misma gente que no tiene cambio. Y así nos va.

Diego M

4 comentarios:

Laris dijo...

Lindo texto, Dieguito!
Asociacion libre reflexiva... quedo interesante!
besos trasnochados!

Sebastián Zaiper Barrasa dijo...

Leo este texto y te reconozco.
Vos ya tenés una estética, que es muy cruzagramística, pero que también es muy urbanicomio; muy Diego Monrroy.

Es como cuando escuchas en la radio algúna canción y enseguida reconoces al cantante. Como la voz de Frank Sinatra o la guitarra de David Gilmur o los colores de Tim Burton.

Andru dijo...

Qué bueno tener un texto genial para recordar cuando me pidan monedas, cuando cuente de a diez centavos para el colectivo (qué suerte que no veo pelis de terror)

Súper Crispín dijo...

Quién no habrá tenido una charla de esas por teléfono.